En Venezuela
Historia de CL en Venezuela
Años después, el padre Filippo Santoro y el padre Massimo Cenci de Brasil, se relacionan con ellos y comienzan a visitarlos.
En 1991, Bernardo Moncada, profesor universitario de Mérida, conoce la experiencia del Movimiento a través de su participación en el Meeting de Rimini; allí, se encuentra con don Filippo Santoro, quien lo invita a participar en el encuentro sobre el V Aniversario de la Evangelización en América Latina que se realizó en Santo Domingo el 12 de octubre de 1992.
Es a partir de esta ocasión que Mons. Baltazar Porras, arzobispo de Mérida, solicita al Movimiento un sacerdote que pueda encargarse de la guía de la Pastoral Universitaria de su arquidiócesis.
Respondiendo a esta solicitud, en 1993 el padre Leonardo Grasso se transfiere de Buenos Aires a la ciudad de Mérida para asumir el encargo de párroco de la Parroquia Universitaria.
Así inicia y se consolida la comunidad del Movimiento en Venezuela. Comienza una presencia en la universidad con iniciativas como: la Casa Universitaria, la Residencia para universitarios y el Cafetín Universitario.
En 1994, Alejandro Marius durante un viaje a Italia conoce la experiencia del Movimiento; al regresar a Venezuela, entra en contacto con el padre Leonardo Grasso quien comienza a viajar periódicamente a San Antonio de los Altos y Caracas para encontrarse con él y un grupo de jóvenes que hacía años se reunían y del cual Alejandro era un punto de referencia. A partir de esa amistad, buena parte de estos jóvenes se adhiere al Movimiento. Nace así la comunidad de San Antonio de los Altos; y luego, un año después la comunidad de Caracas. Inicia la presencia del Movimiento en algunas universidades de Caracas donde estaban presente estos jóvenes.
En 1996, en el pueblo de Humocaro Alto, donde estaba presente desde 1983 el Monasterio Trapense, hijo de Vitorchiano, gracias al encuentro con la abadesa Madre Cristiana Piccardo y otras cuatro monjas provenientes de la experiencia del Movimiento, algunos laicos constituyen la “Fundación San Antonio”, que da vida al ancianato y a un centro pedagógico y de salud. Más tarde, algunas de estas personas se adhieren al Movimiento y originan la comunidad de CL en Humocaro.
En la vaguada de la Guaira de 1999, inicia una situación de emergencia y Mons. Ovidio Pérez Morales, arzobispo-obispo de Los Teques y amigo del Movimiento, le solicita a Mons. Porras que el padre Leonardo Grasso pueda transferirse a la diócesis de Los Teques para colaborar en la constitución de la Cáritas diocesana y articular algunas iniciativas en el territorio afectado por las inundaciones. El padre Leonardo Grasso se transfiere así a la diócesis de Los Teques y es designado párroco en San Antonio de Los Altos, donde estaba presente una comunidad del Movimiento.
En el 2002, Leonardo Marius, que había comenzado a participar del Movimiento años atrás, es ordenado sacerdote y el obispo le concede hacer vida fraterna en la misma parroquia con el padre Leonardo Grasso y a compartir poco a poco la conducción del Movimiento junto a este y Alejandro Marius.
En el 2010, gracias al encuentro y amistad con la hermana Rafaela, directora de una importante escuela de la ciudad de El Tocuyo, un grupo de adultos se adhiere al Movimiento dando origen a una comunidad en esta localidad.
Desde el año 2016 el crecimiento de la comunidad de El Tocuyo ha sido considerable, al punto de ser en la actualidad la comunidad más numerosa, presente, sobre todo, en el ámbito educativo.
En el 2018, por medio de una profesora de la comunidad de El Tocuyo que retorna a su pueblo natal por enfermedad, comienza una pequeña comunidad del Movimiento en Duaca, un pequeño pueblo cercano a Barquisimeto.
En la actualidad, el Movimiento está presente desde 1983 en 5 comunidades: Mérida, San Antonio de Los Altos, Caracas, El Tocuyo, Humocaro y Duaca, con aproximadamente 120 personas que lo integran.
La mayoría de la comunidad son adultos: en Mérida, con mayor vinculación en el ámbito universitario; en Caracas, con una diversidad mayor y una mayor presencia de jóvenes trabajadores; en El Tocuyo, prevalece la presencia de muchas educadoras en los niveles de educación básica; y, por último, universitarios presentes en todas las ciudades.