Lara, 2025. Foto: Henry Rojas

Dejando que la vida me afecte… la sorpresa de mi nueva gran familia

María compartió en la JIA 2025 como el encuentro con amigos de CL le ha cambiado su forma de experimentar la vida
María Gabriela Rivero

La Jornada de Inicio de Año, o JIA como la conocemos, es el primer paso del recorrido educativo al que somos invitados en el movimiento Comunión y Liberación. Constituye un momento central donde se nos señalan los aspectos fundamentales que nos ayudarán a vivir la experiencia de la presencia de Cristo en nuestras vidas.

Este año, la JIA llevó por título: "Cristo: nuevo principio de conocimiento y acción". En la ciudad de El Tocuyo, el evento se realizó el 4 de octubre. La presentación del contenido estuvo a cargo de Luz Aimara Morales y fue moderada por Jenni Pérez, e incluyó el siguiente testimonio de María, que dejamos aquí:

Por gracia de Dios he estado en formación toda mi vida y Le he amado desde pequeña, pero siempre he visto a Dios como un Dios Padre, como el Dios Omnipotente del antiguo testamento y quizás lo he intentado encapsular en un Dios lejano, era yo quien me cerraba a intentar acercarme de una manera más fraternal.

Mi tiempo en el movimiento ha sido un poco intermitente desde hace algunos años, hasta que me invitaron al campamento en los primeros días de marzo y al que, siendo sincera, fui con algo de recelo, con miedo a lo que me esperaba, pero con una emoción gigante por vivir algo diferente. Y en el proceso he conocido a Dios de una manera diferente, donde quien ha cambiando he sido yo.

Leyendo esta semana el testimonio de Isa, el cual me dio un punto de vista hermoso, me encontré con una frase que ha marcado mi camino desde que voy descubriendo esta nueva yo; “quiero que me afecte”, he de admitir que siempre he intentado que nada me afecte, mantenerme al margen para que cuando acabara no doliera tanto, cuando me mudé al Tocuyo hace ya más de siete años, me repetía “que no me afecte” sintiendo que el tiempo que viviría allí sería corto. Pero me hicieron parte de una familia, me hicieron parte de cenas donde en un ratito sacaban una falda floreada y la cena se convertía en una fiesta, me hicieron amar al café cuando no me gustaba, me dijeron que tenía que cambiar el apellido, porque me habían adoptado así, que mi corazón encontró una nueva familia a la que amo tanto como a mi familia biológica. Sin darme cuenta ¡ya me había afectado!

Cuando nos fuimos de campamento a inicios de año fue una experiencia increíble, sentí que esos chicos con los que compartía esos días se convertían en mis hermanos, que confiaba en el sacerdote que nos acompañaba y lo sentía mi amigo; una noche mientras jugábamos dominó se nos ocurrió que el día siguiente nos despertáramos a ver el amanecer, esa misma noche nos dieron desloratadinas a todas las chicas y al despertarnos parecíamos zombis y no pudimos levantarnos de la cama, los muchachos esperándonos afuera a las 5 de la mañana para ver el dichoso amanecer y nosotras rendidas (los regañaron por mi culpa, perdón) al día siguiente nos volvimos a levantar y el bendito amanecer fue casi a las 7 de la mañana, pasamos una hora todos abrazados afuera porque moríamos de frío. En fin, que cuando tocó despedirnos sabía que había encontrado unos chamos en quienes sabía que podía confiar, que no minimizarían mis sentimientos, un lugar donde no existiría envidia ni competencia, como decía Andrea y con quienes podía cantar a todo pulmón con panes como micrófonos, cepillos como guitarras y risas como entonación, sin temor de hacer el ridículo.

La siguiente aventura que vivimos fueron las vacaciones, que iniciaron mientras esperamos una hora a que Anthony llegara para poder salir a la playa.

Bueno, en realidad para mí empezaron desde mucho antes. Cuando me preguntaron si iría dije que me parecía poco probable ya que acababa de gastar mis ahorros. Hasta que me preguntaron ¿Qué propones para ir? La dichosa pregunta que me puso a dar vueltas, pensaba ¿serán postres? Brownies? Galletas? Los ingredientes? El margen de ganancia, tendría que vender 200 brownies a tal precio, no tengo tantos contactos para venderlos de una vez… Y si hago el curso de pequeños chef para ir a las vacaciones? Lo primero que hice fue preguntarle a Tía Chela ¿se puede? Está disponible el colegio? No habrá otro evento? Me ayuda a difundir? Hice la propuesta y difundimos por todas partes, allí conocí la familia tan grande que era el movimiento, personas que ni me conocían difundiendo todo, animándonos y sé que también orando por nosotros. A partir de ese día me convertí en la pesadilla de Majo y Diego; les escribía en la mañana, tarde, noche y madrugada; chicos difundan, pongan en el estado a las 7:30 que es la hora en la que las personas suelen ver los estados, sino se pierden, envíen mensajes particulares, pidan a sus contactos que difundan, impriman el flyer y péguenlo en la puerta del colegio (por cierto, me lo guardé como un recuerdo). El viernes antes del curso tenía solo 3 niñas confirmadas y 2 posibles, así no podríamos iniciar el curso, ya que habría sido pérdida económica. Le escribo a Tía explicándole y que me dice “tengo 8 niños, si se va a hacer porque así los chicos van conociendo el curso para los próximos que se hagan”. Salgo ese sábado hacia El Tocuyo, con dolor de panza por los nervios, asustada y con dos maletas que pesaban más que yo, en el terminal me preguntaron que si me habían botado de la casa y al verme me ayudaban para poder llegar al bus. Llegó el domingo, estábamos en misa empezaba a las 10, llegamos a las 9:30 y comenzó a las 11 estaba asustada porque ese día debía comprar los ingredientes para el día siguiente hasta que Yohana me escribe “ya compré la mantequilla, los huevos llegan en la mañana o sino María los lleva de la casa y luego se reponen”. El lunes nos dicen que había dos niñas más… para resumir, en total fueron 18 niños y porque se fueron incorporando poco a poco. Todas las recetas quedaron riquísimas y los chicos lo certificaron, casi que no dejaban nada para llevar. Fabi también fue otro regalo, cuando se enteró que haríamos el curso fue la primera en difundir y llegaba todos los días 15 minutos antes para ayudarnos y hacerle dinámicas a los niños mientras nosotros freíamos u horneábamos. Majo hizo amistad con ella al instante y pasaron toda la semana burlándose de mis nervios ¿de eso se trata no? Una de mis canciones favoritas dice: “…y busca un amigo con quien compartir el dulce gozo de reírse de ti”. Ellas se lo tomaron de manera literal. Luego de amasadas, batidas con la batidora de Tía Petra, quemadas (sobre todo yo) cortadas (yo también) y unas naranjas mal picadas, logramos completar el curso que nos dio demasiada alegría al ver que todo fue un éxito, definitivamente vivimos “la sorpresa de la amistad” de la que hablábamos en marzo.

No puedo más que agradecerles a todos, porque sé que también estuvimos presentes en sus oraciones y estas fueron la razón de nuestro éxito, que estuvimos juntos y junto a Jesús. Luego de vivir las vacaciones puede comprender lo que era el movimiento y así ha sido como se lo he explicado a mis amigos cuando me preguntan ¿Qué es eso a lo que me invitas o que compartes tanto? Les respondo sin pensarlo mucho “Es una comunidad donde el cariño te hace sentir como si fuéramos una familia gigante y donde puedo ser yo misma sabiendo que me apoyarán en el camino de conocerme y conocer a Jesús".