¿Y para qué estoy yo en esta vida?

Rosalba nos cuenta cómo ha sido vivir este tiempo, mientras realiza el trabajo de escuela comunidad y las preguntas que han surgido de este encuentro.
Rosalba Pérez

Partiendo de las preguntas con relación al documento Corazón de la Democracia.

¿Qué significa para mí que la crisis de la democracia se presente como un corazón herido? ¿De qué manera reconozco que la curación de ese corazón pasa por mí participación en la vida de la comunidad, de la sociedad, hasta llegar al voto?

Una de las crisis más profundas que vivimos los venezolanos es el no poder tener un sueldo digno que nos permita vivir dignamente. Como muchos ya saben que soy docente (ya jubilada) devengado un mísero sueldo, convirtiéndose esto en una herida porque es injusto que con tu salario no puedas llevar una vida digna.

Esta primera pregunta me confrontaba porque precisamente me daba cuenta que cuando comencé a mirar cómo el Señor acontecía en mi vida, a recoger su Presencia en mi día a día, ya no fijaba tanto mi mirada en ese corazón herido y no es que automáticamente desaparezca, a veces me hacía la pregunta ¿y cuándo será el día que podamos vivir con dignidad?. Pero siempre se imponía algo más grande, Su Presencia.

Este año he tenido la oportunidad de participar en un proyecto social, en donde se atienden niños escolarizados de instituciones públicas, muchos de ellos vulnerables y con situaciones dramáticas y que por la situación país, reciben clases solo dos días a la semana.

En su primeros días de clases se les preguntaba a los niños ¿Qué querían aprender en el proyecto (que se llama Pigmalión)? A los que respondían alegre y libremente "a leer y escribir".

Era tanto su deseo de aprender, que siempre preguntaban: ¿Por qué no salimos a las cinco? (ya que sus clases eran de 1:00pm a 3:00pm), o ¿por qué no nos da clase mañana ? (el proyecto los atiende de lunes a miércoles, es decir, tres días).

Verlos con este gran deseo de querer aprender lo que no saben era para mí un impulso y un deseo de sentarme a planificar mi trabajo, de realizar las actividades de una manera lúdica y pedagógica de acuerdo a cada nivel cognitivo, con entusiasmo y alegría.

Niños de cuarto grado que no sabían leer ni escribir, no me explicaba cómo podían llegar a este nivel en estas condiciones, donde en su lugar de estudio que es su segundo hogar, no hayan podido alcanzar dicha competencia; aquí me remito a lo que señala el Papá: la cultura del descarte.

Participar fielmente en mi Escuela de Comunidad, al trabajar el capítulo quinto “El nivel de ciertas preguntas” surgió en mí esta pregunta: ¿Y para qué estoy yo en esta vida? Este don de ser maestra no me lo he dado yo con mis propias fuerzas, se me ha Sido dado, entonces cómo no donarme al otro, como no seguir a lo que el Señor me ha llamado, servir a los demás y sobre todo al más necesitado.

Sé que algunos niños atendidos en el proyecto no podrán alcanzar una carrera universitaria por su compromiso cognitivo (quienes requieren de atención psicológica o psicopedagógica) pero por lo menos que tengan la oportunidad de aprender a leer y escribir.
Al finalizar el proyecto con el año escolar, se les preguntaba a los niños ¿Qué fue lo que más les gustó de Pigmalión? A lo que respondían: "Que aprendí a leer y escribir"
Y esto lo logramos en tan solo 4 meses. De algo estoy convencida: todo lo que se hace con amor se convierte en milagro y aquí estoy hasta que se haga Su voluntad. Y hago eco a este llamado que nos hace el Papa a comprometernos con el bien común, que nos introduce en un proceso gradual, en un “bien posible”.

Por otro lado, en el mes de febrero mi segundo hijo me dice: "mamá si gana Maduro las elecciones ahí si voy a pensar en irme del país" (él es técnico en Mecánica Industrial); no voy a negar que se me arrugó el corazón, pero frente a esto comencé hacerle un recorrido desde que entró a la Universidad hasta llegar a la empresa donde trabaja actualmente, a mirar como dice el Papa, los signos de la acción del Espíritu Santo. Recuerdo que en su primer día de trabajo le llamó la atención que los trabajadores de la empresa eran personas de la tercera edad, que los únicos jóvenes para ese entonces eran él y otro compañero. Y la persona que le asignaron para que lo entrenara y capacitara en el área de mantenimiento era uno que se inició con la empresa, a lo que le dije: aprovecha todo ese potencial al máximo, las cosas siempre hay que hacerlas bien. Siempre nos comunicamos por teléfono para saber cómo le va en su trabajo, hasta ahora se siente feliz y a gusto con lo que hace con tan solo un año de haber ingresado a la empresa y con el deseo de seguir aprendiendo, continuando con los estudios para lograr sacar la ingeniería.

Termino con este llamado del Papa "Una democracia con el corazón curado sigue alimentando sueños de futuro, los pone en juego, pide la implicación personal y comunitaria".