La Emoción de las Vacaciones de CL en Venezuela

El reencuentro de la comunidad de CL Venezuela narrado a través de la mirada de Lila.
Lila Moncada

Este año, he vivido el gran gesto de las vacaciones de CL en Venezuela, con gran alegría y deseo de estar muy atenta a lo que estaba sintiendo desde lo profundo del corazón. Pensé que no podría participar, primero porque actualmente estoy trabajando en una empresa donde las vacaciones son en otra época del año y luego la realidad económica que sigue siendo difícil en nuestro país, lo cual implica un gran sacrificio el destinar dinero, que no tenemos, para lo que sea; sin embargo, se me dio el regalo de poder decir sí vamos.



El día 7 de agosto, 5:45 am salimos en autobús. Vivo en Mérida, una ciudad que está al sur oeste del país, lo cual significa que estamos a más de 10 horas del lugar del encuentro, que era en el campamento Yakon Maleiwa, en Bejuma, Estado Carabobo.
Contratamos un autobús para viajar las 23 personas que nos inscribimos, entre los cuales estaban mi esposo Javier, mi hijo Emmanuel y su novia Emily, quien participaría por primera vez en esta actividad. El deseo del corazón fue intenso para todos. En la comunidad, nos movimos de tal manera que me parece asombroso la actitud de cada uno, incluso de algunos que suelen ser más difíciles. Nos organizamos en 3 grupos para salir puntuales y evitar el retraso y lograr salir a la hora pautada, y así fue, sólo tuvimos retraso saliendo de Mérida, por la inmensa cola que hacen las personas a las 6 am para surtir gasolina en diferentes bombas, en el sector de Milla el autobús no lograba pasar , fue difícil pero lo logramos.

Al iniciar el recorrido hacemos una oración y nos ponemos en Sus Manos y pedimos porque el conductor nos lleve sin problemas al lugar. La primera parada la hicimos en el restaurante de la Laguna de Mucubaji, sitio turístico de nuestro páramo; allí compartimos el desayuno, tomamos fotos y sentimos el frío del páramo merideño. Siempre es una gran ocasión para vivir la alegría del inicio del viaje. Varios de los viajeros salían por primera vez de la ciudad de Mérida, ver sus ojos plenos de curiosidad y maravillados por las bellezas de aquel ambiente era un espectáculo. Nuestro recorrido siempre va acompañado de cantos, baile e intercambio de historias. Llegamos a Bejuma a las 5.45 pm, hicimos un buen viaje, sin muchas paradas, cada uno llevó su desayuno y el almuerzo. El encontrarnos con los amigos de Caracas, de San Antonio de Los Altos y los de Lara es una gran alegría, el corazón se ensancha de la conmoción, y es allí donde decimos vale la pena recorrer tantos kilómetros.

Abrazos, besos y comentarios de una comunidad que está consciente de que sólo el Señor nos permite, vivir la alegría de abrazar a los amigos sintiendo que somos un sólo pueblo, somos familia y estamos juntos porque hay algo inmenso entre nosotros que nos atrae como un imán, es una gracia. Nos acompañó Monseñor Giovanni Paccosi, responsable del movimiento por América Latina y los amigos de Ecuador Alexander y Stefi. Cada momento vivido fue más de lo esperado, en especial la tarde de los testimonios donde se nos regaló el testimonio de Henry Rojas, donde me quedó claro el valor del momento de hacer y preparar escuela de comunidad, también José Luis Chacón nos comentó cómo ha vivido este último tiempo, un reencuentro con el carisma y para cerrar Diego Rincón y Guadalupe Pérez nos dieron dos hermosos testimonios hablándonos de lo que viven como adolescentes y lo que ha significado para cada uno de ellos el estar en esta comunidad que los rescata y los enseña a seguir luchando y saliendo adelante.



Realmente hermoso, cada momento se llenó de tanta profundidad que definitivamente regresamos cambiados, yo regresé cambiada, valorando cada momento vivido. Hablar con los amigos de los diferentes estados y además pensar que Monseñor Giovanni se dio el tiempo para venir desde tan lejos, con tantas ocupaciones, para compartir con este pueblo, y además participar como uno más de nosotros, una belleza, también los amigos de Ecuador. Para la noche cultural habíamos hablado en diaconía nacional de llevar un baile por localidad, mi sorpresa fue que los de Mérida aceptaron y se involucraron con tal emoción que estaban ansiosos por el momento. Preparamos un baile llamado “el pato bombeao”, lleva música típica de la región y versos jocosos del pueblo, también leímos su origen, las mujeres nos vestimos con trajes típicos y algunas les tocó hacer el papel de caballeros para poder armar las parejas.



También los amigos del Tocuyo presentaron un baile y Caracas hizo el cierre con la participación de todos, allí estábamos felices, bailamos, cantamos, compartimos una gran noche. Regresamos, salimos de Bejuma, en aquel autobús íbamos con una intensidad que es inexplicable, pocos durmieron, cantamos, bailamos, compartimos chistes, era un sentimiento de felicidad que vencía el cansancio que teníamos. Nuevamente hicimos una parada en la Laguna de Mucubají, allí cantamos cumpleaños a Julia y Sofia y picamos una torta, llegamos a Mérida cerca de las 9pm, un excelente viaje, acompañados de las bendiciones del Señor y con un buen conductor.

Todo esto me hace pensar en lo importante que ha sido el reencuentro, desde el 2015 no teníamos vacaciones juntos, por tantas circunstancias que hoy quedan atrás y se rescata el valor del encuentro, la fraternidad de la comunidad cristiana viva y alegre, todo tiene sentido, todo es un aquí estamos Señor gracias a ti y es el comienzo de la liberación.