Vivir siendo preferida, mi experiencia en el ARAL

Virginia fue invitada al ARAL y viajó desde Mérida para vivir una experiencia que la hizo sentir preferida.
Virginia de Mérida

Para mí, vivir la ARAL fue una bendición. Conocer y compartir con los amigos de las demás comunidades fue enriquecedor. También poder compartir y conocer mejor a los de mi comunidad de Venezuela fue muy lindo y gratificante.

Escuchar los testimonios de algunos hizo que surgieran muchas preguntas que aún resuenan en mi cabeza: ¿Cómo estoy viviendo el carisma? ¿Realmente lo estoy viviendo de manera consciente? ¿Cómo hago para que otros reconozcan la Presencia de Jesús a través de mí?
Por lo menos, yo trabajo con niños y jóvenes y busco siempre la forma de mantener un grupo estable, pero cada período académico llegan niños diferentes y muy pocos son los que continúan... Pensando en el tema de la responsabilidad con los jóvenes, me preguntaba: ahora que llegue a Mérida, ¿cómo hago para transmitir todo lo que he descubierto aquí en la Aral y con la compañía que he tenido estos días? ¿Cómo hago para llegar a más jóvenes para que conozcan o reconozcan a Cristo de la forma en que yo lo reconozco?

Le comentaba a Sabrina que no me quería regresar a Mérida, que quería seguir compartiendo y viviendo con ustedes lo maravilloso del encuentro. Ya tenía la invitación de Alejandro para quedarme, solo bastaba hablarlo con mi familia. Haberme quedado unos días más en Caracas fue una gracia, poder tener un tiempo para mí, para pensar en cómo estoy viviendo estos tiempos de mucho ajetreo, lo de la boda, terminar la carrera, el trabajo, muchas cosas que me tenían en un estado de tristeza, pero que solo con el reconocimiento de que hay alguien que me hace y no me abandona mi mente se apaciguó, y al retornar a Mérida ya venía con otra mentalidad, otra manera de ver la realidad.

También surgió en mí otra pregunta: Davide dijo "Sentirse preferido y vivir esto de que te sientas protagonista de la historia, si siempre lo percibimos así puede que exista la inconsistencia".

Al iniciar el viaje estaba preocupada porque llevaba unos alfajores y mi papá me había dicho que eso no se podía y que me iban a poner trabas en los aeropuertos. Al llegar al aeropuerto de Mérida estaba súper nerviosa porque ahí nos abren las maletas y bueno, empecé a cantar Romaría y desde ese momento todo empezó a fluir, el señor ni me miró la maleta y en los demás aeropuertos nada de nada, sentí que me habían escuchado y habían intercedido por mí.

Yo muchas veces me siento preferida, ¿está mal sentirse así? ¿Sentir que eres abrazada por Él o por la compañía?

Y por último, quería comentar que la invitación que se me hizo para dirigir uno de los cantos en la Aral fue grandiosa. Estaba súper nerviosa, y bueno, le pedí mucho a Dios que él me ayudara, que fuese él quien dirigiera por mí. Muchos quedaron sorprendidos al verme dirigir, que al final del encuentro se me acercaron para agradecerme por haber dirigido. Algunos decían que les gustó cómo miraba al coro al dirigir, la sencillez con la que lo hacía, todo muy preciso.

Agradezco las oportunidades y la experiencia vivida.