Testimonios de los Ejercicios de La Fraternidad 2021

Aun cuando la situación en Venezuela es tan compleja, y varias pandemias nos desafían y ponen a prueba nuestra esperanza, porque no solo es la covid-19, existe un lugar, una compañía, una Presencia, que hace posible otra mirada

Rayne Torres – El Tocuyo

Justo antes de iniciar los Ejercicios, estaba viviendo un momento muy difícil acompañando a una prima en el hospital. Aun cuando la situación es tan compleja en los centros de salud venezolanos, donde la atención a las personas es casi inexistente, viví una serie de acontecimientos que me hablaban de la presencia de Jesús. Luego el viernes —día que se iban a ver los Ejercicios en Venezuela— dieron de alta a mi prima justamente a la hora que comenzaban.

Tenía en mi corazón el deseo de participar y, ese mismo día, conversando con mi tía sobre la experiencia en el hospital, le dije que tenía la pena de haberme perdido los Ejercicios, porque pensé que eran en vivo. Ella me explicó que era un video que quedaba a disposición y que aún podría conectarme. Así que busqué buena conexión de Internet y comencé a verlo el mismo viernes a destiempo. Era tanta mi felicidad que no me di cuenta de la hora, me acosté a la 1:00 a. m.

Para los otros dos días que quedaban de Ejercicios, mis opciones eran ir a casa de una amiga del Movimiento o al colegio, y como el escenario estaba igual de complicado con el Internet en todas partes, decidí quedarme en casa; la opción que tenía era subirme en un techo, donde la conexión estaba aceptable. Eso implicaba que si llovía debía usar un paraguas.

El sábado en horas de la mañana vi el video con un clima muy fresco, pero en la tarde y al día siguiente el sol estaba muy fuerte: el manto del techo olía a quemado, el sol traspasaba el paraguas que me resguardaba, y mi piel sufrió las inclemencias de los rayos; sin embargo, mi deseo de no perderme nada, era más fuerte que cualquier incomodidad. Mi otra tía me auxiliaba ofreciéndome cojines y merienda. Regresé con una alegría muy grande.

Lo que viví con mi prima en el hospital y participar en estos Ejercicios me afirma una vez más que sin Dios todo pierde sentido, como habla Carrón en la segunda lección. Yo sentía esa rivalidad entre el miedo y la certeza cuando ella padecía en ese lugar y corría el riesgo de morir, pero Jesús se presentó a través de una enfermera amiga para recordarme que sí hay esperanza (me di cuenta oyendo a Carrón). Ahora mi pregunta es: ¿cómo alcanzar está certeza a través de los signos?



Marianela Pérez – El Tocuyo

"Peor que esta crisis, es solamente el drama de desaprovecharla". Esta frase del Papa disipa mis dudas en torno a la decisión que tomé junto a mi esposo de vender la casa para optar por un sitio donde pudiéramos sembrar para auto abastecernos y vender el excedente. A un año de encierro, con una nueva cepa de la covid-19 más peligrosa, la caída de las ventas del restaurante en el que veníamos trabajando, inactividad, un salario de jubilado-pensionado que no alcanza ni para comer un día, tengo el deseo de algo más, algo nuevo y distinto.

Fue un imprevisto milagroso lograr vender la casa y comprar la granja en menos de 4 días. Ha sido lo más esperanzador que me ha sucedido en este tiempo de crisis.

Termino con esta frase de Simone Weil que citó Julián:"Los bienes más preciados no deben ser buscados, sino esperados. Pues el hombre no puede encontrarlos por sus propias fuerzas, y si se pone en su búsqueda, encontrará en su lugar falsos bienes cuya falsedad no podrá discernir".



Patricia Zerpa – Maracay

El epicentro de la pregunta ¿Hay Esperanza? es una tentadora provocación, directa a mí. Sé que me aferro con un optimismo elevado, cuando escucho la música clásica y miro la belleza en el rostro tierno de María o la expresión de trabajo de San José con su túnica naranja vibrante, me hace adentrarme en su cotidianidad, ¡así como en la mía!

Con más pandemia, solo a siete pasos de mi hogar está la puerta de la vecina, que en silencio la covid-19 se la llevó, sin discriminar su juventud, lo deportista, lo saludable que era. En menos de dos semanas, falleció. Y ahora en su puerta solo está el absoluto silencio.

En este contexto, con el recorrido de los Ejercicios, necesitaba llenarme de esa fe que me da energía para seguir adelante, cuidando a mi familia, explicándole a mi mamá que, aunque esté cansada de no salir, tampoco puede ir a la farmacia. El miedo está presente porque una prima está grave e inconsolable, y sus hijos y su esposo fallecieron por la covid-19.

Vivir en pandemia, como lo enunció claramente Carrón, es nuestra realidad. Es la vulnerabilidad de quienes cuido, la mía propia, es la vivencia de Cristo en mí. Cuanto más entrego, en tiempo y dedicación, más recibo del amor de Su Presencia, y cuanto más cansada me siento, tengo la certeza de que soy amada y bien Acompañada. Recuerdo lo que decía mi abuelo Alfonso: "El mundo nunca se va a acabar", ¡lo concreto es estar vivos! y sumergirme en la fascinación de que estamos en las manos de Dios y no esperar que termine la pandemia. Vivir en la realidad y sentir Paz plena, un gozo activo. Estoy agradecida por la compañía de los amigos de nuestra Fraternidad; y aunque no conozcaa algunos cara a cara, puedo reconocer como se sienten hasta por sus voces.

Esa misma tarde del domingo cuando concluyeron los Ejercicios, en la calle estaba un señor muy humilde, cargando muchos mangos maduros con sus dos brazos, parecía que acunaba a un bebe. Le pregunté: ¿dónde consiguió los mangos?, y él riendo a carcajadas me dijo: “no se preocupe, yo le regalo mangos”. No hay duda. Sí, la Esperanza existe, la descubro, está presente.



María Ramírez – El Tocuyo

Participar en estos Ejercicios fue un reto ya que no soy muy amiga de lo virtual, pero había un deseo, y el título de estos era una provocación al deseo de encontrar la respuesta a tantas preguntas que me hago en relación a la fe y a la esperanza.

Al escuchar a Carrón hablar de que la covid-19 era la oportunidad para aumentar la autoconciencia y de, como decía Don Giussani, "vivir intensamente lo real", surgió en mí las preguntas: ¿es que acaso debo vivir con intensidad todo lo que ha traído la pandemia? (Destruir nuestros proyectos, situación económica crítica, separación de algunos miembros de la familia) ¿Y esta es la esperanza? Entonces dijo Carrón: “vivimos con la ilusión de controlar la realidad"; y es verdad, eso es lo que básicamente no me deja vivir el momento. Terminé el viernes con esta pregunta: ¿es que acaso mi deseo de controlar la realidad no me deja vivirla con intensidad?

Al día siguiente por problemas de conexión, me fui a casa de Dorys, pues algo en mí deseaba seguir los Ejercicios ya que persistía la pregunta. Empezamos juntas, pero cada una viviéndolos de manera diferente (o eso era lo que pensaba). Al final compartimos lo vivido y terminamos reflexionando todo desde nuestra llegada al Movimiento, agradecidas por esa Compañía que siempre nos rescata.

Al llegar a casa, reflexioné sobre reconocer a las personas que aporten un significado para nuestra vida, y me dije: allí está mi esperanza, en esa compañía de mis amigos de CL que han estado para rescatarme, para ayudarme y sobre todo para enseñarme que el camino se hace afrontando las situaciones que se nos presentan. Como dice Carrón: no hay necesidad de hacer cosas extraordinarias, solo basta con ser uno mismo, y en esta realidad me descubro así, siendo yo misma, con mis miedos, con mis límites, pero con el deseo de esa compañía que me atrae y me sostiene pero que también me deja tan libre, tan abrazada, tan preferida; tanto, que despertó en mí el deseo de pertenecer a la Fraternidad, pues es una Compañía que despierta el deseo de seguir en el camino, de no perderla, de lucharla y esto viene por lo que he visto en ellos, esa comunión, esa caridad que atrae como la misma Presencia de Cristo. ¿Hay Esperanza? Sí, la compañía persiste, es una gracia que se recibe y que se debe mantener, pues es signo del amor de Aquel que nos sostiene.

Diana Hernández – Caracas



Yannelly Melo – Duaca

No puedo dejar de agradecer el hermoso encuentro de los Ejercicios este año, porque significó vivir lo más importante: reunirnos para afianzar nuestro camino de fe, un camino que muchas veces perdemos, que muchas más nos desviamos. Hay días que tengo mucha esperanza y hay otros en los que me dejo abatir por el miedo y la tristeza; hay días que por más que quiera ver el Misterio, la desesperanza se apodera y como una mano gigantesca me devuelve el rostro al suelo. Quizás por eso hay una frase que me llegó profundamente: "Yo sola no podría darme ni certeza ni esperanza". Por eso estoy aquí y por eso quiero seguir aquí, porque es aquí donde recibo todo lo necesario para mirar mi yo, que es generado por Dios y levantarme una y mil veces, para seguir en la tormenta de la vida y buscar Su rostro, que es mi esperanza.

Recientemente tuve una parálisis facial: un imprevisto. Tuve miedo, tristeza y desesperanza, sin embargo, a medida que iban pasando los días he visto con alegría lo que dice Carrón: "…pase lo que pase la oscuridad no vence", porque encontré amor desbordante a través de mi familia y amigos. Tuve ayuda y compañía y, como dice la letra de la canción Favola: "No tengas miedo porque no estás sola".

Como mendiga en espera del Señor, eso he aprendido con el Movimiento… es el camino que hago en compañía.