La lectura que nos ha “despertado” durante la cuarentena

A continuación, amigos de EdC de Venezuela comparten su testimonio luego de leer El despertar de lo humano de Carrón, un texto hermoso que nos motivó a encontrarnos en lo que realmente nos une en este tiempo de pandemia: Su presencia
Sabrina Di Scipio, Carlos Pérez y Andrea Marius

Pocos días después de iniciar la cuarentena en Venezuela (16 de marzo), Giampiero, uno de nuestros visitors, sugirió a Rafael algunas lecturas para hacer en este tiempo, quien "buscaba una manera de sentir cerca a la comunidad en un momento en el que comenzaba el aislamiento. La idea no era hacer un club de lectura sino una forma de encontrarnos en lo que realmente nos une, que es la presencia de Él".

Luego de conversarlo entre algunos, se pensó en proponer una lectura para hacerla entre varios y se escogió el libro de Barrabás, de Par Lagerkvist. Se envió por correo a todos los de la comunidad y algunos lo compartimos con amigos que están fuera del país. Como la situación de conexión a Internet y el servicio eléctrico por acá no son nada buenos, sobre todo en el interior del país, se abrió un grupo de WhatsApp donde fuimos compartiendo nuestras impresiones mientras leíamos y se propuso un encuentro por la misma red social el Domingo de Ramos, donde respondimos a dos preguntas que nos fueron planteadas sobre el libro; cada uno iba escribiendo su testimonio o enviando un mensaje de voz, de forma bastante ordenada. El libro nos acompañó a unos cuantos durante parte de la cuaresma, compartiendo la fascinación por la manera en que el autor va mostrando el camino de conversión “aspirado” por él para Barrabás. Después del encuentro seguimos compartiendo algunas cosas durante la Semana Santa, en especial en el gesto del Vía Crucis en el Vaticano con meditaciones escritas desde la cárcel.

Como esta experiencia fue tan rica, a Carlos, se le ocurrió proponer la lectura de La Anunciación de María de Claudel, que es uno de sus libros preferidos. Sin embargo, días después, se pensó que era mejor leer El despertar de lo humano, siendo el libro planteado como lectura del mes de abril y por haber sido redactado en este periodo de pandemia no para dar respuestas sino para guiar en las preguntas que surgían en esta situación de “vulnerabilidad”.

Seguimos la modalidad del grupo de WhatsApp. Se sumaron unos cuantos amigos nuestros que están viviendo en Colombia y Ecuador, y se pensó proponer tres momentos.

Durante todos los "encuentros", los aportes fueron bellísimos, francos y abiertos, y por ello queremos compartir esta grandeza. La mayoría se recibieron durante la hora del encuentro, otros llegaron más tarde por no haber luz o Internet en la ciudad donde estaban. Aquí compartimos una pequeña selección de toda la grandeza compartida.




PRIMER MOMENTO 24/05/2020

Laumi (El Tocuyo)

Estos últimos 15 días, de hecho, fui a fondo, lloré como nunca porque me encontré en mi realidad y también en la realidad de los demás, ya llevamos dos meses en cuarentena y ahora nos asoman un mes más y otro a la vista, y con todos los problemas de la crisis: ¿gasolina que nos agobia, cómo hago? ¡Me digo todo está como trancado! ¡Todo se cayó para mí!, no tengo nada. Los cursos que tenía planificado no se realizaron, no hay eventos, ¡no hay encargo de comidas! ¿Soy cocinera machetera, soy chef en cocina internacional, necesito poner a pie mi potencial y ahora cómo? ¡No tener trabajo, me hizo llevar más abrazar este impacto! ¡Es quenada más no es el hecho de no producir, sino de cómo seguir avanzando en mi realidad! En ir contracorriente, no a mi medida sino a la medida de esa presencia que me abraza. Ustedes no saben cómo se ha portado Él en este tiempo. No me ha quitado la mirada, ha permanecido cada instante, lo veo a través de esos rostros que Él pone en mi camino, a estar atenta a cada signo, pues resiste Él por mí, y yo solo me dejo llevar con fuerza. ¡Todavía no paso hambre, Dios! Cómo dudarte, cómo dudar de este camino que vivo en compañía, pues me anima, ¡me conforta!

Aimara (Caracas)
La pandemia ha puesto en evidencia lo frágiles y vulnerables que somos. Es increíble que en pleno siglo XXI un virus haya sido capaz de lograr lo que meses atrás habríamos creído imposible: parar el mundo. Ver a la enfermedad y la muerte tan de cerca me hace preguntarme intensamente: ¿para qué vivo? Me queda claro que no quiero perder el tiempo. No quiero perder mi vida viviendo, solo gestionando cosas y trabajando en aquello que solo es importante en criterios "meramente humanos”. Si mi vida no está garantizada, como nunca lo ha estado, solo que ahora parece más fácil perderla ¿por qué perder el tiempo en las cosas de la tierra? Siento por el contrario un fuerte deseo por hacer cosas cargadas de significado. No quiero distraerme de lo verdadero. Pero es imposible evitar caer en la dinámica y es que cómo no hacerlo... Si no trabajo, no genero ingresos, sin ingresos no hay comida. Pero me pongo a pensar y descubro que esta dinámica la tengo porque todavía tengo trabajo, luz e Internet... ¿Qué pasaría si perdiera una de esas cosas? Y mi afán por llevar la comida a la casa, qué pasaría si no hay qué comprar... ¿Para qué servirá el dinero? Creo que todavía, a pesar de las circunstancias, sigo creyendo que tengo el control. Pido a Dios que me dé la Gracia de poder ver con claridad esta combinación de lo divino con lo humano que tantas veces me cuesta dejar de tratar como si estuvieran separadas.

Hna. Rafaela (El Tocuyo)
Esta cuarentena me ha permitido vivir un silencio interior con todas las preocupaciones y preguntas que ha suscitado en mí. Al principio no podía concentrarme en cómo retomar la misión educativa ¿Cómo acompañar al personal docente? ¿Qué será lo más conveniente? Al mismo tiempo sufría al ver las noticias de cómo lo estaban viviendo en España donde están mis Hermanas y amigos del Movimiento. Ese escenario lo imaginé para nosotros, pero no me sentí devastada sino atada a Aquel que hace Acontecer las cosas y permite vivir estas circunstancias.

No me determina el miedo pero tengo presente que en cualquier momento podríamos vivir una pandemia debastadora, así que leer El despertar de lo humano me ayuda a mirar la realidad de todos y sentirme Preferida en medio de la herida en el día a día que me toca vivir. Doy gracias a Dios por Carrón, su paternidad nos alcanza a todos, por esta compañía de amigos con quienes puedo abrir las preguntas que surgen en mi corazón.

Gladys (Caracas)
Al inicio de esta situación que nos ha tocado vivir a todos, lo que pensé fue hacer un plan para tener ocupado cada día en hacer cosas, como si me regalaran un tiempo y ver qué hacer con ello. Pasados los días comienzo a sentirme de lo peor, nada de lo que hiciera era suficiente para conformar el día, pasé por crisis muy fuertes donde tuve que consultar con el médico. Luego llega el libro de Carrón y al principio me veo reflejada en él, el miedo, la fragilidad y, lo más asombroso para mí, cuando dice: "las circunstancias han desbaratado nuestros planes y nos han llamado bruscamente a responderle, a tomarnos en serio nuestro yo". Esto es conmigo. Y al leer esto me preguntaba primero: ¿a qué soy llamada en esta circunstancia? Pienso que con esta lectura he ganado la conciencia de que debo vivir la realidad día por día y responderle, sabiendo que no estoy sola, voy de la mano de Él, lo más grande que he encontrado en la vida.



SEGUNDO MOMENTO 31/05/2020

Yannely (Duaca)
Hola amigos... Cuando nos queda solo un poco de juventud aún hemos desarrollado en nosotros la capacidad de mirar la realidad como es: en primer lugar, porque ya pasamos por habernos distraído muchísimo en el ayer, siempre encontrando algo que hacer y tener la esperanza que el problema desaparezca, pero la realidad dura y cruel siempre se impone como ahora también y nos obliga a mirarla como es y no como yo quiero que sea. En segundo lugar, y en mi caso particular, mantener una relación con Dios, que para mí es la más importante porque de ella depende mi jornada actual, mi esperanza en que las cosas pasen, de que llegue el pan a la mesa, de mantener la salud, de cubrir las necesidades básicas.

Me siento acompañada en mi miedo a perder la esperanza y me siento agradecida porque a diario hay algo que me hace reír: un video de la familia en el exterior, dinero o preguntas, llamadas o mensajes de amigos que no tenían más nada que hacer, o la llamada a la puerta para recibir o donar algo (vivo en un pueblo y la vida aquí es más austera, más simple, más fresca y eso hace que el aislamiento sea menos pesado). Trato de convivir con los míos saliendo rápido de la rabia, de la impotencia, la queja, la frustración y buscando a cada instante la presencia de Dios porque siento que solo Él me puede sostener. La compañía de CL en particular la agradezco porque me lleva hacer memoria y a tratar, y volver a tratar, de ver lo que me lanza a seguir adelante.

Lila (Mérida)
En la página 40 dice: "Cristo no elimina el drama y el dolor pero hace posible un modo distinto de vivirlo"; ayer en el piso de abajo de donde vivo, una joven intentó suicidarse, rompió la ventana de su cuarto y trató de lanzarse por allí, su hermana y un vecino lograron detenerla, luego tomó un vidrio y quiso cortarse, ante esto sus vecinos permanecimos allí, entre todos recogimos los vidrios y otros trataban de hacerla entrar en razón y buscaban cómo protegerla de su impulso descontrolado. Hoy veo desde otra perspectiva, sin duda Dios le dio la gracia de vivir entre gente buena, nadie la juzgó, todos conscientes de que es una enfermedad psiquiátrica la que tiene, se escapa de sus manos, ante este momento tan difícil mucha gente sufre, también producto de la falta de medicamentos y los que estamos alrededor qué podemos hacer... yo creo que ante esto, es necesario estar atento en lo que se pueda hacer por el otro, y acompañarle como también buscar opciones y no quedarse paralizados, o quedarse y más nada, es necesario, como dice la Biblia, un ciento por uno.

En este país tenemos años con las condiciones de vida cambiadas, pasamos de tenerlo todo a tener poco y con dificultad, nos ha tocado entender que si no tengo gas para cocinar, utilizo la cocina eléctrica y si no hay electricidad cocino con leña, y si vivo en apartamento entonces toca buscar pan... y así vamos resolviendo con un plan a, b o plan c, pero en medio de todo esto han surgido gestos que nos han permitido estar más atentos al otro, ayudarnos y estar más cerca, incluso con la cuarentena no dejamos de hacer EDC, creo que en este tiempo he logrado conocer más a algunas personas de la comunidad con las que antes no podía hablar y saber sus gustos y preocupaciones. "Vivir la vocación a través de las circunstancias...", dice el texto, esto lo vivo con mis estudiantes todos los días, a estas alturas de la cuarentena me dan las 10 de la noche recibiendo mensajes de ellos, todo depende de si hay señal telefónica o del Internet, igualmente me siento feliz viendo lo estimulados que están por seguir aprendiendo y compartir conmigo la gran experiencia de vencer las dificultades.

Sabrina (San Antonio de los Altos)
En este tiempo no he querido evadir la realidad, al menos los números de contagios en varios países los veo casi a diario y llevo una hoja Excel con esos datos y discuto con tres profes amigos de la universidad. He aprovechado este tiempo para hacer cosas que hace rato debería haber aprendido, pero siempre le daba largas, con tal, mi mamá las hace... Aprender a cocinar unas cuantas cosas, coser un poquito, muy de seguro eso no cambiará el mundo, pero al menos a mí sí me da más elementos para la vida. El miedo a la soledad me visita cada tanto desde antes de la pandemia, pero en estos 2 meses y medio me he sentido sola pocas veces. Nosotros como comunidad hemos tenido varias provocaciones y como dijo Lila me he hecho más amiga de algunos por este tipo de iniciativas. Pueden ser ejemplos sencillos, pero creo que en el día a día de esta cuarentena estos son valiosos. Probablemente a algunos de ustedes sí los ha marcado la soledad o el miedo, pero se tiene pena de contarlo porque siempre hay que decir algo "positivo", yo lo he sentido en ocasiones. Pero me conforta, cada vez que oigo en un día como el de hoy, para qué "vino" el Espíritu Santo: los apóstoles también tuvieron miedo...


TERCER MOMENTO 07/06/2020

Anthony (Ecuador)
Para mí esta semana ha sido bastante intensa, el sábado pasado mientras reía con mis amigos en una videollamada me escribe mi hermana para avisarme que mi abuela María (87 años) estaba en el hospital. En el momento fue devastador, saber que la pasarían a Barquisimeto me causaba demasiada preocupación. Además, yo estando tan lejos sentía que no podía hacer nada y eso me llenaba de impotencia. Solo podía rezar y pedir. Leyendo el libro me sorprendía la respuesta de Dios a Van Thuan:
«Lo que has hecho es grande. […] Te quejas de que no puedes trabajar para mí… ¿Por qué no me abandonas tus trabajos? ¿Me amas… o amas las obras que haces por mí? […] Tú te preocupas por los tuyos. Porque los amas. ¡Cuánto más estoy yo deseando ayudarlos! Confía en mí. Yo me encargaré de tus obras ahí fuera».

Y luego veía la respuesta a mi «sí» al saber que en mi casa no hay carro y a mi abuela no le faltó para movilizarse (con todo el problema de la gasolina), no la pasaron a Barquisimeto, la lograron estabilizar en El Tocuyo, veía a mis amigos buscando con sus contactos la medicina, a Liz que todos los días fue al hospital para informarme cómo evolucionaba, y además se movía por todo El Tocuyo buscando cualquier cosa que necesitara. A mi abuela no le faltó nada, en el hospital le dieron algunas medicinas que no es obvio.

En una situación como esta, aunque en el primer momento no lo veía claro, Él quería que yo me abandonara, que dejara que Él se encargará. Ya mi abuela está en casa, y a mí lo único que me nace es agradecer la preferencia de Dios conmigo, es infinita.

Celina (Caracas)
El año pasado, en marzo, cuando hubo los apagones, vivíamos solas Isabel (mi hija) y yo. La incertidumbre de esos días era aplastante, estábamos conscientes de nuestra fragilidad y nos rendíamos ante el "estamos solas". Traté de ser fuerte para ella, aún en medio de mi propia fragilidad y esa Presencia manifiesta en nuestros amigos de CL, contundente me rescató en ese momento.

Durante 2019, hubo cambios en mi familia, totalmente inesperados. Volvió de Mérida mi hijo, y, luego de una prolongada separación mi esposo regresó al hogar. Pasamos de ser dos a ser cinco, porque además dimos espacio en nuestras vidas a una familiar que está por cumplir 80, enferma y en riesgo de quedarse sin techo. En fin, que viene la pandemia y nos encontramos Isabel y yo con la casa llena. Algo que deseaba, pero que nunca pedí por mi medida limitada de las cosas.

Él nos preparó para estos días de esa forma. Sin embargo, cinco adultos en cuarentena, encerrados en casa y con una escasez de agua dramática, complicaba la situación. Dentro y fuera de mí todo estaba muy complicado. Paralelamente, dije que sí a cuanta actividad se presentaba, tenía la necesidad además de hacer algo más por los demás y me preguntaba si ese Sí era auténtico o si era la excusa para mirar a otro lado. Al final todas las actividades generaron la maravilla de tener cercanía con amigos del movimiento que no hubiera imaginado tener. Su medida, la del Señor, va más allá de la imaginación y ante cualquier duda prevalece el deseo de que hasta mis errores sean para Él. Todo lo ocurrido, inimaginable, no puedo darlo por obvio.

En estos días una amiga le puso la lupa a este fragmento del Despertar…: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? […] Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Nuestro Señor».

Rafael (Caracas)

Estos días he pensado que paradójicamente el dolor puede ser una anestesia, la energía mental que requiere vivir en el derrumbe constante hace que uno incluso sienta que se ha ganado poder anularse por el cansancio. En esas condiciones la mirada se estrecha, las ideas tienen poco espacio para moverse, el miedo ya no es solo a lo real sino a lo que puede pasar. Es como estar solo en casa de noche y comenzar a pensar en todas las cosas malas que podrían pasar, de repente te encuentras aterrado por fantasmas, asesinos, terremotos que solo existen en tu cabeza.

Lo que más me sorprende de esto es la victoria de Dios en los que están en escuela de comunidad y en mí mismo, cómo entre la oscuridad se nos ha dado "un modo nuevo de afrontar las circunstancias". El miedo te duerme, no solo por el cansancio de tener siempre miedo, sino porque bloquea el resto de la experiencia, es como si el mal fuese la anulación de todo lo bueno. Pero en nuestros encuentros veo que no hay una pretensión de que Dios sea la respuesta fácil que nos borre el sufrimiento, sino una forma de afrontar la realidad que guarda en sí "una esperanza y una alegría normalmente desconocidas", una forma más abierta de hacer experiencia, que no anula, sino que confronta.

Somos portadores de una llama que se levanta en la oscuridad, una luz que no hemos puesto nosotros ahí, pero de la cual se nos ha dado la facultad para encontrarla a través del infinito. Quisiera la claridad de Van Thuan para, aún en las privaciones más crueles, ver un camino que seguir, quiero ser un sujeto libre, a prueba de todo tipo de cárceles, pero que esto no sea una excusa para aceptar injusticia, quiero vivir más intensamente, quiero ser feliz y le agradezco.

***

Abandonarse a Él no es bajar los brazos sino descubrir esta realidad como una ocasión para ver lo que se demanda de nosotros en este tiempo a través de la novedad que Cristo introduce mediante las circunstancias. “¿Es posible que Dios me llame, me revele quién soy y me prepare un camino, una vida que dé gusto vivir, sin tener gasolina, agua, luz, Internet o democracia?”, es una realidad que sigue presente como ha dicho José Francisco y Yannely, que no puede solo abandonarse al miedo sino que se siente invitada a ver lo que Dios le pone en frente como ocasión, podríamos vivir como Aimara con la tentación en frente de resolver a su modo pero viene otra vez alguien a rescatarle e introduce una novedad que le hace volver a mirar lo esencial.

Podemos estar frente a las circunstancias difíciles de la vida como Anthony, que se mira a sí mismo y se deja confrontar por el testimonio de Van Thuan, pretender resolver todo nosotros o abandonarnos a Cristo, Carrón ha insistido que ver personas que vivan de un cierto modo es lo que nos hará sacudirnos, nos hará despertar porque inevitablemente vamos a querer vivir igual.

Carrón nos ha dicho que, lo que san Pablo le dice a los Romanos es real hoy en su vida y que también vale para la nuestra, ni la vida, ni muerte, ni lo futuro, ni lo presente, ni ángeles, ni potestades, ni criatura o tiniebla podrá separarnos del amor de Dios, del amor que encontramos en Jesús, ese amor que el mismo evangelio que la Iglesia nos propone hoy, testimonia que Dios entregó a su hijo único. Pidamos poder decir que sí a las circunstancias porque son vocación, son la manera en la que Cristo nos convoca hoy.

En Venezuela, donde no teníamos para nada la costumbre del libro del mes, este tiempo que podría ser catalogado como “negativo”, ha sido la oportunidad para ampliar nuestra mirada sobre la realidad con bellos libros y además compartir con otros las preguntas, cuestionamientos y fascinación que nos suscitan como se ve en los muchos testimonios compartidos.