Nada más al comenzar la lección, Julián de la Morena –quien nos acompañó durante todo el gesto– nos retaba: «¿Cuál es la angustia que tenemos hoy? La angustia que tenemos hoy es la producida por el nihilismo, vivimos en una época en la que no entendemos qué es lo que tenemos que hacer y en la que el futuro se ha convertido en una amenaza.» Pero Julián, al igual que Don Giussani, no se conformaba con un diagnóstico certero de la realidad actual, por eso continuaba diciendo: «¿Qué puede dar respuesta al nihilismo que vivimos en nuestros días? Solamente mirando nuestra experiencia podremos entender cuál es la respuesta frente al nihilismo que nos azota hoy.» Esto me lo guardé en el corazón y durante el momento de silencio que tuvimos estas palabras resonaban en mi corazón. ¿Qué cosa hay en mi experiencia que me haga ver el futuro con entusiasmo y que venza el nihilismo que existe en el país y que existe en mí? Fue sorprendente porque luego, al comenzar la asamblea que tuvimos luego de ese momento de silencio, pude ver cuál es el principio de la victoria frente al nihilismo.

Luego del primer canto que introducía a la asamblea, el chico que estaba a mi lado me dijo conmovido: «Quiero ir a abrazar a la persona que acaba de cantar, esto es hermoso». Y claro, tenía toda la razón, la belleza del canto era algo desbordante. Justo ahí recordé que el día anterior, al término de la misa con la que iniciábamos la Jornada, otra persona me dijo «el canto de meditación ha sido angelical, deberían volver a hacerlo, por favor». Al comenzar esa asamblea me hice consciente de que durante toda la Jornada de Inicio de Año la belleza del canto y de la música se hizo presente con toda su potencia y que precisamente, como bien decía Julián de la Morena, luego en una diaconía, el canto es el principio de la victoria frente al nihilismo. En la Jornada de Inicio de Año he visto que el canto tiene una belleza tal que despierta todo nuestro deseo y que por eso Giussani siempre lo propuso para empezar cualquier gesto.

Me sorprendía mucho que el canto traspasaba todo el gesto, de hecho, frente a una pregunta sobre la autoridad que surgió en la asamblea, la respuesta de Julián fue que «una autoridad es aquella persona que me recuerda quien soy, es como lo que dice el canto que acaba de hacer Virginia y que nos ha conmovido a todos: “Recuérdame el día y el año, recuérdame el clima que hacía y si alguna vez lo olvido, recuérdame quién soy. Recuérdame mis sueños más locos y aquello que me prometí.” (Si Jamais J’oublie, ZAZ). El canto habla de la autoridad porque la autoridad no es aquel que ejerce el poder, es aquel que me recuerda quien soy.»



Me sorprendía. El canto no era algo añadido ni un adorno para la Jornada, sino algo que ayudaba a mirar el punto fundamental del gesto y que destruía todo el barro y las objeciones que separan a mi corazón de Cristo. Durante esos días en mí no había espacio para el nihilismo ni para el miedo frente al futuro, lo que había era un asombro profundo por lo que el canto podía hacer conmigo.

Luego, en una diaconía a la cual tuve la Gracia de ser invitado, Julián de la Morena no cedía: «La Fraternidad de Comunión y Liberación debe estar al ritmo del canto. En la experiencia que hemos hecho hoy hemos visto lo que genera el canto y que la manera en como nosotros cantamos en una esperanza para todo el país. No es que hoy hemos visto que el canto es bello pero ahora debemos montarnos sobre la organización y las cosas realmente importantes del movimiento ¡No! Hoy hemos hecho experiencia de algo que es más fuerte que el nihilismo, seamos fieles a esa experiencia.»

Al salir de la diaconía escuché a una amiga diciendo orgullosa y contenta: «En mi ciudad varias veces en el último tiempo nos hemos reunido simplemente para cantar.» Y sí, yo soy uno de los que se reúne con ella para cantar, yo también me siento orgulloso y contento. Por si fuera poco, hemos tenido una noche de cantos fantástica.

Luego de estos días he recordado cuando Giussani decía que nuestra amistad no es una amistad cualquiera, es una amistad sacramental, en el sentido de que es un lugar concreto en el cual Dios acontece; pues bien, luego de la Jornada de Inicio puedo afirmar que nuestro canto no es un canto cualquiera, es un canto sacramental, pues para nosotros el canto es un grito que dice “Ven Señor Jesús”.

También me parece oportuno señalar que la Jornada de Inicio de Año en Venezuela ha sido un gesto muy bello e intenso que no se hubiese podido llevar a cabo sin el Fondo Común, la crisis que vivimos hace que todo sea demasiado costoso y la ayuda que hemos recibido es enorme. Para la Jornada todas las comunidades del país se encontraron en una misma ciudad. En Venezuela, donde encontrarse es cada vez más difícil y la situación económica es cada vez peor, era todo un espectáculo ver a más de 120 personas alegres de verse y de tener la posibilidad de pasar unos días en compañía, alegres de poder cantar juntos y evidenciando que el cristianismo es más fuerte que cualquier crisis económica. Por si fuera poco, Julián de la Morena nos acompañó durante toda la Jornada.

Regreso a casa muy contento y recordando algo que Julián de la Morena dijo hace cuatro años: “La esperanza para Venezuela es que exista aquí y ahora una comunidad cristiana viva y alegre.” Estoy muy agradecido con Dios por permitirme ser parte de esta comunidad cristiana viva y alegre y por hacerme entender que el canto es algo fundamental en esa alegría. Ahora mismo tengo el deseo de llevar la belleza de este canto sacramental al mundo.

Ernesto Solano
Testimonio de la Jornada de Inicio de Año 2019