Testimonios JIA 2018

Testimonios de la Jornada de Inicio de Año 2018

La esperanza se encuentra dentro de nosotros, pero también don Giussani nos decía que esta esperanza no la cumplimos nosotros sino que es cumplida por un acontecimiento que está en la realidad, y cuando seguimos ese acontecimiento la vida florece
Transcrito por Carlos Monsalve

Ernesto: La esperanza se encuentra dentro de nosotros pero también don Giussani nos decía que esta esperanza no la cumplimos nosotros sino que es cumplida por un acontecimiento que está en la realidad, y cuando seguimos ese acontecimiento la vida florece, aprendemos a mirar mejor, nos descubrimos amados. Esperemos que estos tres amigos nos cuenten cómo ellos cuando han buscado la respuesta de esta esperanza en la realidad, cuando se han confrontado seriamente si esta esperanza se cumple o no, han visto que esta esperanza no es defraudada sino correspondida.

Álvaro Rangel, bionalista de Mérida

A principio del año pasado recibí dos noticias muy buenas; una de ellas es que iba a ser padre, es un momento especial porque uno no se puede sentir más cercano a Dios que creando vida, aunque la vida la da él; pero en seguida que me enteré del embarazo, comenzó una amenaza de aborto, entonces empecé a cuestionarme: ¿viene mi hijo y me lo va a quitar?

Comenzamos a buscar el medicamento que pedían los doctores y comenzó el estrés, la angustia de perder al bebé. A esto se le suman otros factores que me causaron mucho estrés: el conflicto en Mérida y que fue muy difícil movilizarnos buscando el medicamento, fueron muchos factores: la situación económica, hubo un grupo de cosas que hizo que la carga de estrés fuera tan grande que me comenzaron a dar una serie de síntomas neurológicos, no sentía mis manos, no sentía mi cuerpo, comencé a perder motricidad, se me caían las cosas y entonces acudí al neurólogo y me diagnosticaron esclerosis múltiple, una enfermedad en la que mi propio organismo ataca mi sistema nervioso, es una enfermedad grave que va creando discapacidad progresiva al punto de quedar paralizado, es una enfermedad fuerte y crónica.

En pleno diagnóstico me dan la noticia del bebé, viene la amenaza y la confusión fue muy grande, me alejé mucho de todo, me sentí solo, abandonado. Tampoco podía conversar con mi pareja sobre la enfermedad porque estaba bajo amenaza y el médico me dijo que esa noticia la podría hacer perder al hijo. Me estaba volviendo loco encerrado en casa con alguien con quien no podía hablar y al mismo tiempo no me podía movilizar a ninguna parte porque todo estaba muy trancado; fue una situación que me hizo perder el rumbo, no sabía realmente qué hacer. En un punto tenía que decirle a ella que no estaba pasando nada y fingir, pero hubo un momento en que estaba haciendo la cena y cuando la iba a servir se me cayó, sentí que toqué fondo. Ella se me acercó y le comenté muy por encima lo que estaba sucediendo, pero estábamos en diagnósticos y no había nada seguro.

Sin saberlo, ella le comentó a la responsable del movimiento en Mérida; yo tenía la necesidad del encuentro, de ir a escuela, de estar con otras personas porque no podía hablar abiertamente la situación con ella y poner en común mi situación, tenía que ponerme una inyección de emergencia y ya tenía casi un mes sin ponérmela porque no aparecía por ninguna parte,. Le comenté y cuando llegué a escuela me dieron el primer choque: cuando apenas voy a contarles lo que me está pasando, Lila tenía la caja con el medicamento que me hacía falta, fue un punto de quiebre, desde el movimiento movieron una logística muy grande y me hicieron llegar el medicamento, fui a ponerlo en común y ya tenía la respuesta, me di cuenta que la gracia se anticipa a la petición, de todas maneras hay que hacer la petición pero pude verificarlo con un hecho concreto.

Ernesto: Gracias Álvaro, y ahora que tú reconoces eso, ¿qué ocurre? ¿Cómo fue la relación con tu pareja? ¿Cómo empezaste a vivir? ¿Qué se generó en ti luego de este hecho tan potente?

Álvaro: Bueno, en ese momento todo cambió, ahí pude verificar que Cristo no me había abandonado en ningún momento, siempre estuvo ahí y solo me mostró rostros concretos, de una manera que no me esperaba; fue mucha gente la que se involucró, eso me hizo cambiar, pensé en que esto es lo que yo quiero, esto es lo que necesito, esto es lo que él me estaba proponiendo, eso me hizo tener una nueva conciencia con todo. Mientras me preparaba para ser papá, mientras se gestaba el niño me fui gestando yo, un nuevo yo en mi conciencia y para cuando el niño nació era una persona con otra conciencia. Ahora estoy atento a ver cómo se muestra Cristo, cómo se muestra su presencia ante lo más mínimo y eso me ha hecho disfrutar; pueden pasar muchas cosas pero esto ha hecho que desde el día en que nació mi hijo lo aproveche cada día. Me ha hecho disfrutar más intensamente de la realidad.

Ernesto: Podríamos decir que mientras tu hijo se estaba gestando tú estabas naciendo de nuevo también.

Ahora vamos para El Tocuyo con Maglé. Ella era directora de un colegio en El Tocuyo, allí conoció el movimiento; luego por situaciones inesperadas tuvo que irse de El Tocuyo y ahora vive en Duaca, allí tuvo que separarse de toda la comunidad y toda la experiencia que se vive. Queremos preguntarte, ¿qué ha surgido desde tu nueva experiencia en Duaca?

Maglé Pérez

Maglé: Buenas tardes. Soy de Duaca pero me vine al Tocuyo buscando algo y conocí el movimiento gracias a la invitación de la hermana Rafaela y Rosalba pero no fue sino hasta el 2012, precisamente en una Jornada de Inicio titulada "Cómo hace una presencia que se suscitó al encuentro”, y quiero recordar un poco las palabras de Carrón que escuché ese día, porque ese día él decía que Cristo era una realidad tan presente que cambia la vida al punto que puedes afrontar cualquier circunstancia, cualquier herida con una apertura que permitiera que el misterio actuara, además de moverme de una manera distinta a lo normal, distinta a un deseo que no era mío sino de otro y esto me cautivó, a tal punto que aún recuerdo, yo me puse a llorar en esa jornada porque me sentía tan sola y ahora se me presentaba una nueva esperanza, una nueva compañía, una presencia misericordiosa; además ganaba también una comunidad de amigos dispuestos a ayudarme, a acompañarme, así fue cómo me enamoré literalmente del movimiento y comencé mi camino.

Lamentablemente en el año 2015, por la situación económica del país ya no podía sostenerme sola en El Tocuyo, no podía pagar un alquiler, no podía comprar las cosas básicas y lo conversé con mi familia y decidí regresar, además estaba presentando problemas de salud y con mucha tristeza regresé a mi pueblo porque estaba dejando a la Escuela de Comunidad que estaba siendo un bien para mí. Sentí mucha nostalgia por mis amigos, sin embargo nunca dejé de hacer mi trabajo personal, siempre leía y Jenny, Rafaela y Graciela, siempre estaba atenta conmigo de enviarme el trabajo de la escuela por mensaje o correo, y yo lo comentaba con una amiga, siempre comentaba con ella las cosas que yo vivía lo que esto aportaba a mi vida y la tristeza de la enfermedad me sorprendía.

En enero de 2017 murió mi hermano en un accidente de tránsito y dos meses después a mí me diagnostican cáncer de tiroides. Todo esto en medio de una crisis de país por falta de medicamentos para iniciar la terapia hormonal y la terapia de radiación y no tenía dinero. La radiación había que pagarla en dólares y como no tenía dinero comencé a vender mis cosas pero en esas circunstancias Cristo no me abandonó, él aconteció en medio del dolor y la dificultad. Después de haber sido operada, yo estaba esperando en una lista, de última, de 60 personas para optar a la radiación, no tenía los 500 dólares para comprarla, y Cristo salió a mi encuentro, prefiriéndome a través de rostros muy concretos, familiares y amigos, especialmente amigos del movimiento que me ayudaron para comprar la radiación y pasé a ser la primera en la lista, éramos 60 en la lista y solamente 4 cápsulas de yodo radioactivo y yo fui la primera en comprarlo. De estar de última pasé a ser la primera; cómo no sentirme amada, preferida por él.

Estos eventos en mi vida me han llevado a reconocer cada día a Cristo en todo y en todos. La novedad que ha entrado en mi vida hizo que me conociera a mí misma, que tuviera una conciencia diferente de mí misma al punto que una vez que se canceló la radiación entré en una preparación, suspendieron las hormonas, el TCH comenzó a subir hasta un punto para subir la radiación, pero la cápsula que estaba en Caracas no llegó a tiempo a Barquisimeto y demoró tanto que estuve una semanas más sin la terapia hormonal y se me elevaron demasiado los valores al punto tal que cuando llegué al centro de radiación tenía unos niveles que los médicos al verme se sorprendieron porque a ese punto debía estar en coma; con esos valores estaba de pie, y no lo podían creer, de hecho me repitieron los exámenes, definitivamente solo Cristo me sostenía con una certeza que yo misma me sorprendía, incluso mi familia se sorprendía.

Al poco tiempo de llegar a Duaca encontré una pareja, mi familia me vio con esta mirada distinta, porque yo misma estaba sorprendida del cambio, estaba muy asustada, tenía miedo, me sentía frustrada, pero mi familia que me acompañó en todo este proceso decidió hacerlo de otra manera, al preguntarme “¿Quiénes son estos amigos que te acompañan de esta manera?” Y bueno, pidieron conocer el movimiento, y les puedo decir que hoy me encuentro sana y dirigiendo una escuela de comunidad en casa con mamá, mis dos hermanos, sus esposas, mi esposo, mis sobrinos y esto me tiene muy contenta, compartir esta alegría, esto que me hace bien a mí, me he sentido reclamada por él y he llamado a otros. No ha sido mi pretensión pero mi familia y yo estamos en Escuela de Comunidad.