Rosangela Parada: "Ahora soy yo quien le sigue" - JIA 2018
Decidí ir a la jornada a última hora, estaba llena de curiosidad cuando supe que Álvaro compartiría su testimonio con todos; intuía que hablar de su enfermedad con amigos sería muy diferente a hablarlo conmigo, como parejaLa Jornada de Inicio de Año fue muy significativa para mí; en un principio yo no quería participar, a pesar que sabía que era un encuentro necesario para mi vida, yo prefería quedarme en Mérida con mi bebé de once meses. Sin embargo, Álvaro, mi pareja, insistía en que fuera para acompañarlo. Esto es extraordinario, porque yo tengo más tiempo que él en el movimiento, siempre fui yo quien insistió en que me acompañara a todos los gestos y de pronto es él quien vive el movimiento con más intensidad, y ahora soy yo quien le sigue.
Decidí ir a la Jornada a última hora. Estaba llena de curiosidad cuando supe que él compartiría su testimonio con todos. Intuía que hablar de su enfermedad con amigos, sería muy diferente a hablarlo conmigo, como pareja.
Yo sabía desde hace un poco más de un año que padece esclerosis múltiple, he vivido junto a él los brotes de la enfermedad, la conozco, la investigué en todas sus dimensiones, le veo la cara todos los días en la mirada de Álvaro. Sin embargo, yo vivía en negación, manteniendo la esperanza de que fuese un diagnóstico errado, pero fue crucial escucharle, manifestarles a nuestros amigos de Comunión y Liberación cómo la vive, cómo la afronta, lo cercano que ha sentido a Cristo desde que le confirmaron su diagnóstico, cómo vive atento a reconocerle día a día a través de amigos, la familia y nuestro hijo, incluso a través de mí.
Fue hermoso reconocer que, para él, la enfermedad ha sido una oportunidad infinita de verse preferido y acompañado por Cristo, haberle escuchado hizo cambiar mi perspectiva con respecto a su enfermedad, esa misma noche le dije: “Álvaro, ¡yo quiero casarme contigo ya!, siempre quise casarme con Álvaro, y ahora el compromiso y el deseo de conformar una vida juntos es aún más fuerte. Su enfermedad es una ocasión para yo verle a Él también a través de Álvaro, vivirlo con la misma alegría con la que él lo vive, porque también amo su enfermedad, por ser parte de él, quiero estar frente a Dios y pedirle su bendición para que yo pueda amarle, no porque me haya tocado, sino porque ahora tengo la certeza de que quiero, tengo el deseo de vivir su enfermedad con él, con todo lo que eso constituye, lo complejo y maravilloso que pueda ser, yo reafirmo mi compromiso con Álvaro.
Una amiga me decía, que no debía sentirme mal por dejar a mi hijo ese fin de semana por ir a la Jornada de Inicio de Año, porque participar nos haría mejores padres, estoy segura de que cuando el centro de todo es Cristo, definitivamente nos hace mejores hombres y mujeres.