Cada domingo desde el 22 de mayo, 13 niños y jóvenes pertenecientes a El Tocuyo (Edo. Lara), Caracas y Mérida, se reúnen mediante la aplicación de WhatsApp para comentar una lectura, hablar un poco sobre su semana, compartir nuevos experimentos o tareas y una que otra ocurrencia.

La idea de crear un espacio donde los niños pudieran compartir en medio de una pandemia mundial la tuvo Aimara Morales: “Veía la necesidad de mi hija de participar en algunos encuentros. Ella siente que esas personas con las que me encuentro ‘virtualmente’ también son sus amigos. Ella quería hacer Escuela de Comunidad”.

La iniciativa nace no solo por el deseo de ofrecerles unas vacaciones divertidas y educativas, surge además para ayudarles a reconocer el criterio que les permita ver lo que es verdadero, e intentar vencer el miedo y la incertidumbre que ha generado la pandemia. “Ha sido un gran desafío poner en marcha el proyecto debido a las constantes fallas del servicio de electricidad e Internet, pero también ha representado para todos los involucrados poner en juego todo nuestro ingenio y corazón”, nos comenta Aimara.

Así que se contactó con Maglé Durán, maestra que lleva un grupo de promoción de lectura con niños de su comunidad en Duaca (Edo. Lara), para buscar asesoría y concretar el primer encuentro. Más tarde, se integraron dos adolescentes Isabel Marius, de Caracas; y Michel, de El Tocuyo, quienes son las encargadas de los detalles audiovisuales y animación a la lectura. Desde entonces se ha creado un equipo cooperativo de adultos y niños, donde los mismos niños escogieron el nombre del grupo: “Niños en acción”, y lo acompañaron con la imagen de un Jesús alegre, cercano, rodeado de pequeños que juegan junto a él.

“Niños en acción”, explica Aimara, es un espacio de encuentro en tiempos de cuarentena que propone una forma amena, atractiva y bella de estar juntos. Se proponen actividades de lecturas lúdicas y recreativas para los más pequeños del Movimiento en estos días de vacaciones. El grupo representa un puente mágico como los que se describen en cuentos de hadas y aventura, donde el diálogo, la pregunta, la imaginación, el juego, el trabajo a distancia, la acción y la lectura se conciben como los elementos dinamizadores para vivir estas circunstancias difíciles.

Agrega Aimara que las actividades invitan a compartir experiencias y sobre todo a juzgar estas exigencias y las necesidades de los niños frente a una crisis mundial de salud que los ha sacado de las escuelas, de los parques, de sus actividades extraescolares y los ha alejado de todo y de todos, de manera que en este espacio de encuentro se genere un modo diferente de mirar y afrontar la realidad que vivimos, esto significa no perder la esperanza.

El primer libro seleccionado para iniciar el proyecto fue Dos años de vacaciones, una novela escrita por el francés Julio Verne, publicada en 1888, que narra la historia de quince estudiantes, niños y jóvenes, quienes sufren un accidente marítimo que los arroja en una isla desierta, donde con valentía, inteligencia y creatividad logran sobrevivir y afrontar todas las situaciones peligrosas que se les presentan. Una metáfora de lo que enfrentan también los niños en Venezuela.

Aimara cuenta que como madre ha sido una experiencia maravillosa leer la novela con su hija Ana porque a ella la ha ayudado a comprender y afirmar lo que Don Giussani alguna vez dijo: “cuanto más duros son los tiempos, más es el tiempo de la persona”.

“A mi hija la historia la ha inspirado, juntas comprendemos que cada día es una aventura nueva y aunque las circunstancias sean difíciles, lo esencial es estar despiertas, atentas, agradecidas, confiadas en Dios para afrontarlo todo”, agrega.

"La lectura en familia”

Rafael Moisés Hernández Avendaño, de 11 años; Maycker Francisco Morales Avendaño, de 6; y Lucas Aron Avendaño Moncada, de 9, son algunos de los participantes de "Niños en acción". Ellos cada día tienen un tiempo destinado a la lectura, "cada uno lee por separado y luego se reúnen para intercambiar apreciaciones", dice Karen Avendaño, mamá de Rafael y Maycker, y tía de Lucas.

"En principio leían juntos y se ayudaban con la lectura párrafo a párrafo, pero luego pensé en variar la dinámica y que cada uno leyese a solas para que ejercitaran la comprensión", comparte Karen, así facilitaba que discutieran lo que cada uno comprendía para luego ayudarlos a grabar los audios que envían cada domingo por el grupo de WhatsApp.

El proyecto ha sido todo un acontecimiento para estos niños. Les ha servido de entretenimiento y motivación, ya que la cuarentena radical los ha obligado a quedarse fielmente en casa. Una de las mayores ventajas de la lectura que aprecia Karen es que los tres chicos "sorpresivamente no olvidan sus oraciones antes de dormir", ha mejorado la convivencia entre ellos y sus lecturas son más fluidas.