luego de la jornada de inicio de año, la comunidad visitó el monumento "Manto de María"

Contra todo pronóstico

Una peregrinación todos juntos, después de dos años sin poder verse. «La necesidad de compartir la vida ha sido más fuerte que la crisis»
L. Fiore, D. Perillo y A. Stoppa

En Venezuela, el movimiento está presente en tres ciudades: Caracas, El Tocuyo (a seis horas de la capital) y Mérida (a doce). Estas comunidades solían juntarse al menos dos veces al año, antes de que el país se precipitara en la crisis. Desde 2015 dejaron de hacerlo. Los costes de transporte y alojamiento son inaccesibles y no hay seguridad. «Pero nuestra necesidad ha sido más fuerte que estas condiciones adversas». El padre Leonardo Marius, responsable de CL, explica por qué decidieron reunirse para la Jornada de apertura de curso, el pasado 4 y 5 de noviembre. Al cabo de dos años sin verse, se dieron cita 130 personas en Barquisimeto.

Viajaron el viernes, sacrificando el poco dinero que tenían y un día de trabajo, porque ponerse en carretera de noche es demasiado peligroso debido a los asaltos de bandas armadas. «Tampoco es seguro de día, sobre todo si llevas comida; te paran y te lo roban todo». Pero arriesgaron con tal de ir todos juntos hasta Divina Pastora, la Virgen más querida por el pueblo venezolano, para encomendarse, dar gracias y vivir dos días de convivencia, viendo el vídeo de la Jornada de apertura de curso con Julián Carrón.



«Según pasaba el tiempo, crecía el deseo de encontrarnos», dice Ernesto, de Mérida. «Estamos redescubriendo el valor de los gestos del movimiento. No hay nada automático. La crisis nos ha obligado a tomar conciencia». De treinta millones de venezolanos, el 70% vive en la pobreza, la mayoría pasando hambre; la gente muere en casa pero también en los hospitales por falta de medicinas; la situación política permanece sorda a las movilizaciones populares de los últimos meses, con un millón de personas en la calle. «El sentimiento más extendido es de derrota», continúa el padre Leonardo, «de que todas las protestas y las luchas han sido una pérdida de tiempo». En medio de un clima tan duro, observa conmovido la esperanza de esta gente. A pesar del esfuerzo que hacen todos para salir adelante –desde las familias con hijos hasta los universitarios–, vence en ellos el deseo de que la crisis eduque sus corazones. «Estos días juntos hemos recordado que, ante la presencia de Cristo, podemos mostrar todas nuestras necesidades sin avergonzarnos. Nadie sería capaz de hacerlo, pero en la comunidad cristiana, en una “realidad viviente”, acontece un juicio nuevo sobre la vida que abre de par en par cualquier cerrazón». El domingo, después de celebrar juntos la misa, salieron camino de vuelta «llenos de gratitud».
¿Por qué tanto agradecimiento? De vuelta a su casa, en El Tocuyo, Nohemy cuenta: «“El Dios de la historia”, decía Carrón. En la situación que estamos viviendo, en medio de todo esto… doy gracias a este Dios porque me permite hacer un camino, al darme cuenta de cómo Cristo acontece en mi vida. A través de rostros concretos, una ayuda, un abrazo, una sonrisa, una palabra. Sé que no estoy sola porque Él se hace presente». La de El Tocuyo es tal vez la comunidad que está pasando las peores dificultades, una zona rural al norte, a los pies de los Andes. Pero hacen caritativa. Un domingo al mes preparan la comida para 1.300 personas más necesitadas que ellos. Cuando va a visitarles, el padre Leonardo se queda asombrado: «Su pobreza es libre, rebosan esperanza».

Estuvo con ellos también para la Apertura de curso, y cinco personas pidieron apuntarse a la Fraternidad. «Es un regalo de la Virgen. En esos adultos vi un deseo tan vivo de pertenecer a una historia concreta… Cristo lo es todo en sus vidas. Y precisamente porque lo es todo, ellos necesitan aún más un lugar. Me dijeron: “Gracias al carisma, Cristo tiene un significado existencial para nosotros”. En una realidad tan difícil, hombres y mujeres que, en vez de desesperarse o limitarse a sobrevivir, toman en serio su propia vida y la de los demás son una esperanza para el mundo entero».

Texto recuperado del archivo de la revista Huellas, página uno, revista Nro 1, Enero de 2018