«El encuentro sucede en lo cotidiano con los vecinos, en la calle, en el trabajo»

Eva aprovechó el retiro de adviento para compartir como vivir lo cotidiano la ha hecho más consciente de la presencia de Dios

El encuentro sucede en lo cotidiano con los vecinos, en la calle, en el trabajo.

En estos días de mucha lluvia y frío pensé en darle una atención a los muchachos que trabajan en el aseo urbano, sobre todo por ser el tiempo de Adviento.

En el sector donde vivo, en la Av 16 de septiembre de la ciudad de Mérida, un grupo de vecinos (Eva, Aura y Tibi), preocupadas por mantener limpia la urbanización, estamos atentos al horario cuando pasa el camión del aseo urbano para evitar que los indigentes rompan las bolsas y se ensucie el lugar, volviéndose todo un desastre; estando allí , ví como los muchachos que recogen el aseo pasan hambre, frío, se mojan con la lluvia. Ante esto le dije a mis vecinas que les brindáramos algo de comer cuando vinieran y así fue; una de mis vecinas preparó un chocolate caliente, yo compré pan y cuando los muchachos regresaron, se estacionaron, nos acercamos y los invitamos a compartir el refrigerio que le habíamos preparado, ellos aceptaron, comieron y se veían muy alegres, agradecieron la atención; a uno de ellos se le salieron las lágrimas, nos contó que en la recolección ellos separan lo metálico de lo demás, ya que yo le estaba entregando algo de metal pesado, también contó las penurias que pasan durante el trabajo.

Dijo también que cuando se van al vertedero de Lagunillas, donde descargan la basura, los recolectores, que son personas que viven allí, que se dedican a buscar objetos y comida dentro de los desechos, rompen las bolsas con unas garras filosas para separar y escoger lo que les interesa. En una oportunidad, uno de ellos se encontró un reloj de Oro, ¡que alegría!, pero en otra ocasión, cuando rompieron un costal que estaba muy amarrado y pesado, al romperlo encontraron a un bebé de 6 meses muerto; que horribles las cosas por la que ellos pasan. Me pidieron que les busque zapatos, ya que ellos los tienen rotos y tienen hijos con necesidades. Les prometí que les buscaré.

Ante todo esto, sentí que era Dios quien me decía, dentro de mí, que los atendiera, también el hecho de que no debemos estar quejándonos por las cosas, pues hay personas que están sufriendo más que uno, nosotros estamos como Reyes al lado de tantos. Le doy gracias a Dios que estoy con esta gran familia que es el movimiento de CL, que me ha ayudado a despertar y hacer las cosas bien, es parte de crecer en la Fe y seguir el carisma. Pues si no fuese así, yo pensaría de otra manera, como tantos. Seguramente no me movería ante la necesidad de otros, ni me importarían las personas que sufren y están a mi alrededor. Siento que Dios me ha tocado el corazón, en el fondo sé que debo estar atenta ante cualquier circunstancia que se me presente, prestar la ayuda a quien lo necesite.

Eva Moncada. CL. Mérida. Venezuela.